El mejor de los tiempos
“Mira toda esta gente infeliz viviendo en el mejor de los tiempos.”
“Yo los veo normales.”
“Nadie conversa.”
“Eso no significa nada. No se necesita hablar para ser feliz —bueno, a menos que seas mudo.”
“La verdad es que no sé por qué nos vinimos a vivir aquí.”
“Ya hemos hablado de esto.”
“Ya sé.”
“Bueno, besito.”
“Que tengas un buen día.”
Dos paradas más adelante, ella sale del vagón entre un mar de gente infeliz. Cruza sin mirar a nadie, fijándose en la salida de emergencia que usa a diario para salir a la calle. Al salir de la estación, el aire frío de un invierno que no se quiere ir de Nueva York la recibe. Es abril.
El día transcurre enmarcado en lo habitual.
Preámbulo
Depósito oceánico entre bases nasales y montañas oculares, esperando la disruptiva combinación de vientos cálidos de ira, odio, frustración y los vientos fríos de tristeza, melancolía, soledad...
Penumbra de torbellino craneal, implosiva ante la vergüenza, explosiva ante la comodidad de una almohada o unos brazos, premonitoria ante la neblina de mi temprana noche, impredecible y estorbosa venda que me niega el más allá.
¿Quién maneja la meteorología de esta vaina?
¿La convulsión térmica?
¿El excremento volcánico?
¿El mareado tifón?
¿A cuántos arrasaré?
Mientras espero el diluvio y el baile de las agujas
El cemento echa pa’rriba
Sin control, sin límite
Los procreadores vomitan
De a uno, de a seis
Las luces envenenan
Los truenos cantan
Y ante la situación perfecta
Ni Zeus ni Moisés
Ni la llamarada de este cigarro ficticio
Podrán detenerme
Hijueputas, vean no más, así me los llevo yo.
Usted sabe
Es hambre, ¿sabe? Apetito por comérselo todo, curiosearlo, aprenderlo, rebozarse de miel hasta la fatiga y el éxtasis. Me siento y empiezo a fantasear, con la de allí, el de aquí, los todos juntos y revueltos… Las ideas que me recorren por los brazos, me pican, quieren volverse tatuaje, impermeable, un jarabe para el síntoma. Analizo el síntoma, ya van varios añitos de cosquilleo, de vagabundería mental. Uno trata de entretenerse con la cotidianidad, con lo normal, para no sentirse tan anormal, balbucearse lo que diría, lo que haría, para después enterrarlo, usted sabe, para no ser malagradecido con lo que ya se tiene.
Pero me da hambre. Las ansias entran. La lengua por el diente filudo, por los labios… con sutilidad. El mundo queda chiquito para el agujero negro de mi cabeza. Lo interesante es que no es infelicidad, es solo apetito. Degustación de escenas desconocidas, usted sabe, como las del cine, y las páginas de ese libro, pero sin los bichos, o las narrativas subterráneas de las madrugadas neoyorquinas.
Decir justo lo que se está pensando, sin el filtro de los años, de la vida… Actividad eléctrica con utilidad de sobrevivencia, eso y nada más. Encontrar oídos sin juicio, ilimitados, u ojos, no importa el medio, la plataforma, binaria u orgánica. La búsqueda ocular en todos los rincones, el aroma imaginario, usted sabe, perder el hilo de lo que se está pensan...
Usted sabe…
Los bichos
Rasca su lomo con brusquedad
tal perro ante el péndulo del carnicero
pero el arma es invisible para los habitantes del vagón
pues cada quien carga su nudo al cuello
a su manera
blue collar
white collar…
sacude la cabeza un poco mientras parpadea con fuerza sus ojos
la boca seca le fastidia
deshidratación crónica que trata de curar a punta de café…[¡qué imbécil!]
trata de mantenerse despierto
observa un hombre en frazada cadavérica
el mismo que con grotescas uñas
pelea con el mismo moco desde hace varios minutos…
cambia de angulo de visión
recuesta la cabeza en ese plástico color hueso
igualito a jaula de veterinaria
45 grados al norte
ve las promesas del mundo mejor
un grupo de estudiantes sostienen importantísimos manuales
sonríen y parecen tener interesantísimas conversaciones
el futuro no es problema para ellos
siempre y cuando sostengan el manual
siempre y cuando sostengan eternamente el manual…
desvío 30 grados al occidente
le piden a ella que sueñe en grande
¿para qué conformarse con lo natural?,
Lo artificial es grande, es ¡GRANDE!…
arrastra con violencia su mano por el rostro sudoroso
desfigurándose un poco, [porque la máscara le pesa]
observa de nuevo a su alrededor…
con sus almas en las manos
la colección de cuerpos vacíos incita al escrutinio
¿pues qué ha de importarles?
[habrán de estar conectados a la metafísica de sus realidades digitales]…
entonces lo ve a él
¿cómo no verlo?
mírale la boca
[¿le gustará succionar o lamer?]
[que importa]
[¿cómo puede este animal leer con tanta paz en este lugar?]
[ah, es extranjero]
Der Prozeß?…
– ah, sí, del escritor de los bichos…
– ese es Burroughs, marica…
– no, es el Franz…
– bueno, como sea.
contrae sus pulmones con fuerza
para aparentar respirar
observa al lector con rapidez
pues su parada está cerca…
[si tan solo compartiéramos jeringa]
lo que le haría ver…
lo que le haría ver…
escritura libre 1
pues he de abstenerme de mis pensamientos esta noche, dejar que el teclado y las manos sean uno, que se evaporicen las palabras con los ojos cerrados, que el tecleo tenga ritmo de sonata, una de esas canciones tristes de película extranjera, que la resonancia llene el vacío de mi cuerpo, me transporte a ese universo congojo que abraza mis recuerdos, déjalo, déjalo... déjalo que el péndulo de lo incierto escriba tu historia, que las temáticas monosilábicas de los cuchicheos en este salón sean erradicados con martilleos suaves, que tus manos pintadas de blanco y negro sean caracterizaciones del maestro, del pianista sentado en la parte derecha de tu cabeza, déjalo, déjalo… déjalo que te convierta en sinfonía, en esculturas rítmicas al viento, en progresiones caóticas elevadas al cielo, en arpegios sobrenaturales que se derramen por tus rodillas, con hermosa lentitud, con bello y sofocante salvajismo… déjalo, déjalo, déjalo que te envuelva en levitación fantástica, en el desdoble artesanal de tu belleza, de la calidez quebrantada que pretendes ignorar, del tiempo enterrado, de tus poros respirando átomos intergalácticos, del poder hambriento de tu ser… déjalo, déjalo, déjalo, déjalo esta noche en tinta impenetrable, codificada, oscura, recluida y misteriosa, déjalo que brote en forma de enzimas asesinas, en frascos inyectables, en notas indescifrables para el gris promedio, en acertijos pigmentados de mar, déjalo en estado gaseoso inalcanzable para ellos, invencible y puro para vos…
Pride
I'm happy for her. She has done well so far. Confident, smart, beautiful and fun—just the way I pictured her multiple times—the flesh and bone incarnation of years of in-the-making perfection. The books she devoured, the people she met, the films she performed in her head, replacing the main character, the songs she lip-synced to, the secret cigarettes she smoked, the pain she suffered and overcame, the good times she's had. I'm proud of her.
Niño del Sur
Niño del sur,
marinero extraviado en el océano incorrecto,
¿sabes que te tengo prisionero?
Las burbujas acentuadas en mi lengua,
te tienen embriagado chiquillo,
vos de aquí, no te moverás,
remarás sin brújula mientras controlo el magnetismo de tu boquita,
las coordenadas de tu destino
se entrelazaron en medio de mi borrasca fugitiva,
yo permito el desencaje
de tus sentidos imperfectos,
no tienes que alimentarte con historias de puertos desahuciados,
pues yo seré tu literatura,
escrita en hojas del árbol de la vida,
serás escudero de remotas aventuras,
y te llevaré a la gloria entre sombras y roces
y a aquel charco limonero del que partiste,
volverás ante mi mando,
con la pancita enamorada
y un sentido de ilusoria libertad…
Filósofo Brasileño
Me veo estática entre el tumulto, reciclando oxígeno para el montón, en mi mente, la melancolía de un filósofo brasileño que habitaba en el campo abierto de la existencia, su apasionada percepción de la vida, su laberinto de emociones y el vacío tras la separación de su añorada pasión, me entristece, me invade con recuerdos ajenos de su vida, de sus amigos, de sus poesías escritas en servilletas que nunca leeré.
Era doctor en papel, pero por unos breves minutos, me curo a punta de confusas lágrimas.
No lo conocí.
Mis trenes
Campos de olivas
Campos de arroz
Casas viejas
Maizales secos
Gente
Estornudos y cabeceos
Equipajes llenos de cosas
Llenos de plantas
Llenos de harinas como regalo
Montañas grises y peladas
Llanuras verdes y vibrantes
Estaciones estáticas
Hogares de millones sin millones
Pasajeros de ventana
Percepciones de asiento
Destellos universales en mis ojos
Y un cerebro enamorado y ciego
Intentando hacer sentido todo esto
De dar significado al recorrido
Como si fuera cura a la muerte
A mi existencialismo crónico
Presente siempre en mis trenes
Acorralado en mis sienes
Hija del subsuelo
Puedo curar la melancolía de mis viernes por la tarde con galguerías importadas, vallenatos inspirados en míticas aunque desconocidas ciénagas caribeñas; puedo permitirme la libertad de arrojar hijueputeces al aire viendo al montañero adoptado bajo mi ruana invisible.
Puedo despojar al café de su leche y convertirlo en vino, envolverme en cachaquismos sureños y absolver mi lengua de las condenadas sílabas forzadas. Puedo sumergirme en un párrafo de Vásquez, Márquez o Vallejo, y alucinar que seré una de ellos.
Puedo camuflarme en un local oloroso a pan y aceite; escuchar las inconformidades apocalípticas del diario vivir de mis vecinos o las ya familiares predicciones nacionales.
Puedo arañar la identidad sagrada y heredada de mis ancestros, darme bocanadas tóxicas de patriotismo, adjudicarme lo que no es mío.
Puedo revestirme en oro y ahogarme en charcos imaginarios, tragar abejas dulces, colgarme en alas de cóndor viejo, reírme de sus ojos, llorar por ellos.
Puedo, por unos segundos, engañar a mi mente con alguna extrañeza de esta selva gris, dominarla y moldearla, desdoblarme en la fantasía de lo que veo no es rentado, depositar mi esencia en un espejismo propio…
Verme completa como hija del subsuelo, como una vena más…en el torrente sanguíneo, al cual llamo hogar.