escritura libre 1
pues he de abstenerme de mis pensamientos esta noche, dejar que el teclado y las manos sean uno, que se evaporicen las palabras con los ojos cerrados, que el tecleo tenga ritmo de sonata, una de esas canciones tristes de película extranjera, que la resonancia llene el vacío de mi cuerpo, me transporte a ese universo congojo que abraza mis recuerdos, déjalo, déjalo... déjalo que el péndulo de lo incierto escriba tu historia, que las temáticas monosilábicas de los cuchicheos en este salón sean erradicados con martilleos suaves, que tus manos pintadas de blanco y negro sean caracterizaciones del maestro, del pianista sentado en la parte derecha de tu cabeza, déjalo, déjalo… déjalo que te convierta en sinfonía, en esculturas rítmicas al viento, en progresiones caóticas elevadas al cielo, en arpegios sobrenaturales que se derramen por tus rodillas, con hermosa lentitud, con bello y sofocante salvajismo… déjalo, déjalo, déjalo que te envuelva en levitación fantástica, en el desdoble artesanal de tu belleza, de la calidez quebrantada que pretendes ignorar, del tiempo enterrado, de tus poros respirando átomos intergalácticos, del poder hambriento de tu ser… déjalo, déjalo, déjalo, déjalo esta noche en tinta impenetrable, codificada, oscura, recluida y misteriosa, déjalo que brote en forma de enzimas asesinas, en frascos inyectables, en notas indescifrables para el gris promedio, en acertijos pigmentados de mar, déjalo en estado gaseoso inalcanzable para ellos, invencible y puro para vos…