Helen Bohorquez Helen Bohorquez

El patriarca

Las impresiones mágicas de la infancia, el correteo, la combustión interna ante el mínimo roce, la activa función cerebral recreando un mundo lleno de posibilidades, jugar al escondite entre bultos de arroz, responder a la cercanía eléctrica de su cabello negro, de su piel morena, de esa boca que todavía no sabe besar.

Él será el patriarca, estoy segurita. Le daré ese gusto, ese apreciado y respetado puesto…

Se lo daré, apenas lo dejen salir a jugar.

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Manifiesto 88

Puedo repasar todos los puntos bajos de nuestras vidas, resaltarlos y repudiarlos tanto como cuando sucedieron. Pero ya estoy cansada de hacerlo. 

Hoy quiero ser filósofo de nuestras existencias. Quiero aclamar la belleza en lo diminuto e imperceptible. Quiero amar la sonrisa de los míos, el olor del sancocho de mamá. Saborear la fonética, la gramática, la escala musical, la producción orgánica e innata del subsuelo.  

Quiero olvidar el liderazgo ingrato inservible y estorboso apoyado por la corroedora industria mediática. 

Quiero reforzar el esfuerzo colectivo, aplaudir y fomentar el autodidactismo y el pragmatismo. 

Quiero perderme en los callejones sucios del mundo y capturarlos como sea. Embotellar sus voces, tatuajes, mañas y deseos. Ser historiadora privada de la humanidad. Escribir. 

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Joven poseída

Estoy en el centro de miles de coordenadas, direcciones y destinos entrelazados por decisiones, el aire congela los dedos y las ideas, pero la claridad de habitar no en este mundo, sino en varios, me hace sentir especial, joven, poseída. 

Admito estar algo obsesionada con el desenlace, con evitar la trama y evadir el trayecto, pero deben ser cuestiones de impotencia, de mis bolsillos, y de una recurrente e inútil inseguridad. 

Son lapsos en los que todo parece gigante y aunque deseo apreciar la simplicidad de la vida, construyo acertijos exagerados y revoluciones militantes en mi cabeza para afrontar el hecho que todavía no he hecho nada, que esta vaina como que no tiene mucho sentido que digamos. 

Tras leerme los textos, y aprenderme un reguero de conceptos, teorías e hipótesis, cualquiera diría que me encuentro en el camino hacia la absoluta verdad; pero como no tengo autocrítica, sino todo lo contrario, entre más me sumerjo en literatura y academia empiezo a creer en una innata escasez de lucidez. Mejor dicho, como que se me empieza a correr la teja. 

Escribir estas palabras tapa las goteras mentales.

Resumo en minúsculos destellos de optimismo, que sí, que ando perdida. Que la incomodidad diaria que siento en medio de este terreno plagado de langostas, me hace entender que mi verdadero lugar no está por estos lares, ni en ningún lugar en específico; que yo, por primera vez, marcaré mi rumbo, plasmado en un colorido mapa de palabras e imágenes, de acciones y olores; sin ningún tesoro, pero con muchas historias que contar. 

Esperemos. 

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Mediocrity

The world will try to beat you into mediocrity.

We’re pressured into grinding jobs that leave us frustrated and fatigued. Sold into a sedentary lifestyle that turns our bodies into shapeless lumps. Chided into following a pre-determined path of that avoids risk and is devoid of adventure or originality.

The worst part is that the mediocrity often sneaks up on us, dressed as convenience, security, and comfort. So we often don’t even notice it, until it’s too late. Infiltration through obfuscation.

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Los estúpidos

Sucede que las líneas de lo orgánico y bienaventurado se mezclan con aires de grandeza inexistente; avasallado espíritu colonial en búsqueda de aceptación cosmopolita. El espectáculo recibe nombre para que los individuos se sientan identificados: “ese soy yo, ese puedo ser yo”.

Esquivando los destellos que encandilan a los pelagatos, me encuentro en mi asiento de espectador idealista, tildado de antisocial e incluso estúpido.

No señor, ni señorita. Aquí los estúpidos, son otros.

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Anacronismo

Retazos fantásticos sucumben ante las puertas de la realidad. Anacronismo psicológico lleno de expectaciones fugaces.

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Cuando la ventana sea espejo

Y siento que debo llorar un poco, tal vez porque no me encuentro en esta dimensión, porque esta frustración es pura apendicitis, síntomas presentes y ausentes cuando se les da la gana.

Porque extraño su carne, el roce acuático de sus mejillas, el perderme en sus ahogantes substancias marítimas…Así que voy a dibujarme en las paredes, en los lienzos, en las fotografías que nunca se revelaron, en las botellas que nunca se destaparon, en los dedos que nunca se mojaron…

…Y es que temo al olvido, no de sus memorias pero de las mías, que trasplante las impurezas de esta maldita cotidianidad y suprima las fantasías hermosas que construimos y en las que a veces nos perdimos…

«Vamos un ratito, dejemos el telón caído, prometo lágrimas calladas mientras te cuelgas de mi alma...Acaricia mis sentidos, responde a mi hambre, déjame participar en la imprecisión salvaje de tus dientes, trázame con paciencia apurada, vuélveme música, poesía, filosofía y nicotina…

Solo déjame navegarte en la oscuridad de tus confines…»

Y cuando la ventana sea espejo, volveré a ser la misma, enterrada en mi ofuscada impotencia, con las nubes a punto de combustión interna y los tejidos cansados …

Tu voz se volverá eco, reventará la atmósfera, llegará hasta las galaxias, y algún día… volverá a hallarme., así de triste, así de perdida, así de azul.

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Perdido

Y me encontré a mi misma entrelazada en tu cuerpo, en la inocencia pérdida de nuestras caricias, en las verdes palabras de amor, en el cerrojo eterno de nuestras aventuras tridimensionales, en las tardes vitales de arquitectura fantástica, y en nuestros innatos tormentos, compartidos en silencio.

Y me encontré a mi misma entrelazada en tu cuerpo, en la inocencia pérdida de nuestras caricias, en las verdes palabras de amor, en el cerrojo eterno de nuestras aventuras tridimensionales, en las tardes vitales de arquitectura fantástica, y en nuestros innatos tormentos, compartidos en silencio.

Con el tiempo, te fui perdiendo entre caminos de pavimento polvoroso, en la escasez de nuestros encuentros, en la decepción de los que intentaban encontrarme, en las arrebatadas conversaciones telefónicas, de odio, de amor, de añoranza, de lento olvido.

Tras el cruce del océano, soy el centro de otro universo, soy completa en su vida, y moriría por la suya, soy otra en medio de la radiación amarilla que invade nuestras noches.

Pero vivo ocasionales tardes de incurable nostalgia. Construyo ambientes paralelos e invento cascadas de posibilidades, no porque te extrañe, sino porque todos te extrañan.

Desaparecido como otros atrás, perdido en las junglas misteriosas de la tierra que te vio nacer, raptado por sirenas del Orinoco o por los piratas de sus caudales, invisible en las horas de coleo y aguardiente, en los sollozos de tus mujeres, en el zapateo y son de sus joropos, de sus maracas, de su arpa terrenal.

Solo me quedan cenizas de tus recuerdos, de tu voz nocturna en mis sueños, del compás de mis anhelos.

Hoy, he decidido robarte de la historia y perderme contigo por unos eternos minutos. Para quererte un poquito, para recordar.

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Helen Bohorquez Helen Bohorquez

Queens

Edificio en Jackson Heights, Queens, Nueva York: en el primer piso me ofrecen sexo, en el segundo, religión. Ambos prometen llevarme al cielo.

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