Progreso

Yo pensé que era progreso, de veras que sí.

Monstruos imponentes habitados por monstruos más chiquitos resplandecen al medio día,

la muchedumbre vespertina atiborrada en el gusano eléctrico.

Yo pensé que era progreso, de veras que sí.

Aguacates azules reparten instrucciones que son acatadas con increíble docilidad,

o que son introducidas en rápidas docenas al que no las quiera cumplir.

Yo pensé que era progreso, de veras que sí.

Lenguas lamiéndose las unas a las otras en las esquinas del gran parque bajo el sabor de lo incomprensible, lo exótico, lo secreto.

Yo pensé que era progreso, de veras que sí.

El inexistente miedo al caminar nocturno, la apropiación de las sombras, el resplandecer lunático opacado por intermitentes coloridos incandescentes.

Yo pensé que era progreso, de veras que sí.

La lucha por la perfección humana, milagros empaquetados, tecnologías vanguardistas,

la comida plástica, el dinero plástico, tu cuerpo plástico.

Yo pensé que era progreso, de veras que sí.

Civitas Terrena, Civitas Dei, opuesta pero dependiente mutación hipócrita,

batalla por nuestras almas con destino pronosticado.

Yo pensé que era progreso, de veras que sí.

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