El papel

En el 2001, mi vieja, mi cucha, mi madre, respiraba el aire frío de esta ciudad. En su maleta, la angustia de dejar a sus hijos atrás, el miedo a lo incierto y la convicción absoluta de quedarse a toda costa, para así cambiarnos, mejorarnos la vida. Tras 8 años, se han lavado baños y limpiado pisos, se ha trabajado a pleno sol y caminado en medio de tormentas de nieve. El bus nos ha dejado y hasta plata hemos encontrado.

Y aquí estamos, ella como el puente de mi vida, yo como el resultado de su esfuerzo. Soy su espejo, su ilusión. Sostenemos el papel que nos lleva un paso más cerca al sueño. La cucha sonríe, me abraza y consiente como cuando yo era bebe. La única diferencia es que ahora, ya puedo darle gracias.

Anterior
Anterior

Bilingüe

Siguiente
Siguiente

Sus manos sostenían el almuerzo