Página en blanco
Siempre hay una página en blanco que me juzga por no escribir sobre el mejor tiempo de mi vida. Nunca puedo plasmar en un par de líneas el verdadero significado de mis latidos cuando te veo sonreír. Ese cruce de miradas cuando estás distante, o el pálpito de mis manos al quererte llamar. Es innato, es respirar, no lo tengo que pensar.
Pero el hecho es que soy una interesada, me beneficio de tu existencia, me mantienes conectada con lo que soy, es el mundo nostálgico de mi vida lo que me recuerdas: las casualidades televisivas, las canciones que nos marcaron, las coincidencias de nuestras vidas, los detalles de la que fui, la apreciación de lo pequeño, el núcleo magnético que mantiene mis pies firmes, pero mi mente abierta, los detalles que subsisten en la simplicidad de un compartido gusto culinario, las reaccionarias sorpresas cinematográficas, el laberinto de nuestras mentes ante la inmensidad del mar, un sábado en la cama, una cama en cualquier lugar.
La libertad en la que me permites ser yo misma, sin juzgarme, sin preguntarme el porqué, sin cambiarme.
Reír, sonreír y llorar…
por dentro…
de felicidad...
y en ocasiones, todo al mismo tiempo.